Poemas de Alejandra Méndez Bujonok

Poemas de Alejandra Méndez Bujonok
Poemas de Alejandra Méndez Bujonok

Poemas de Alejandra Méndez Bujonok

En la nueva entrega de Espías Rusos, les compartimos unos poemas de Alejandra Méndez Bujonok, poeta radicada en Rosario que tiene un extenso recorrido en el mundo literario. Es una de las invitadas que ansiábamos tener dentro de la sección Letras de Espías Rusos, por su calidad literaria y porque consideramos que es una poeta que debe ser leída en estos tiempos.

Entre otros libros, publicó Tarde Abedul (La Pulga Renga, Rosario, primer ed 2013 segunda ed 2015), Charlas con Cuchúa (Editorial DeAcá, San Luis, 2018) y Rapsodia Descontenta (CR Ediciones, Rosario 2022). Su poesía siempre está dispuesta hacia el trabajo con el lenguaje.

Sus palabras

En una entrevista con Vallejo & Co planteó: A mí las palabras me enamoran, tanto en su etimología, como en su sonoridad, en sus contextos o en sus soledades, y esas palabras estaban en la lengua oral de mis historias, en mis experiencias personales. Yo no soy muy consciente de lo que se va escribiendo, sólo sé que el poema se escribe. Escucho las voces del recuerdo, del sueño o de la calle. Sé que en este poemario hay mucho oído, mucho trabajo con la escucha, incluso del silencio. Ahí tal vez podemos empezar a hablar de la transparencia. Como dice la maestra Diana Bellessi: “si el corazón no los empuja no hay poema”. Eso creo que es la transparencia. Después el trabajo fue tejer esa armonía en el tono.

Aquí, los poemas de Alejandra Méndez Bujonok

Aquí, los poemas:

Palo Borracho

Con la expresión solitaria y altiva
del filósofo en la costa
estás así, tan raro y solo, samuhú
chucán, algodonera, espinosa alma
botella para beberte etéreo vino
con dulzor blanco entre los dioses.
Panzudo dador de vida que tiembla
ajeno a toda mezquindad,
así estás, tan raro y solo, samuhú.

*del libro inédito: las venas del Guayacán

Árbol de ciudad

Soy el árbol
pero no aquel de libres extensiones,
brazos huyendo al infinito.

Llevo la carcasa herida
y no por caracoles u otras vidas.

Soy el árbol
de quejumbrosa muerte asmática
mientras oxigeno la paz.

*del libro inédito: las venas del Guayacán

1                                             

Fuego en las antorchas del pueblo.
Vomitan pescados (de su propio alimento)
las gaviotas insertas en ácido humano.
El olor supone ajenidad. Busca
en el ático, madre, la cosa
por la pregunta,
que el picotazo es una alarma
y lo cercano se vuelve oscuro,
que hay una tensión en el suelo
como si camináramos
sobre pájaros muertos.     
     

*del libro: Trece maneras de enfocar otro pájaro

Curvatura

Hablábamos de lo irregular en las miradas,
decíamos que a un pájaro en la pared igualmente
lo alcanzaba la luz aunque indócil su gracia 
de ser objeto, naturaleza muerta.

Siempre según que ojo:

el dios de Rilke, no es el dios de Rodin.

Toda ala permite sus matices.

*del libro inédito: El último eslabón de la sombra

Cuando tía Rosa hablaba

Ay, dios! El mundo era
Nepal temblando, nuestro mundo
era lo más extraño que habíamos pisado.
Cuando tía Rosa hablaba, decía
las cosas que solemos callar, 
decía sin filtros, Rosa
de los vientos de otros,
rosa como bomba
que estalla en historias
y hormigueros
0y trenzas 
y caballos.

Ay, dios mío! Rosa, 
Tía de todos, cuando hablaba
de todo, menos de ella, 
menos de sí.

*del libro inédito: Cantos repentinos

El reloj de esta mujer

le anda como un galgo con rabia. 
A veces
me quedo mirándola
y me recuerda a su madre,
a mi abuela lejana como el acantilado.
No es de ahora que está enferma
su soledad viene
de siglos pasados. 
A veces
me quedo mirándola
y me recuerda a ese verso
de Katherine donde ruega
a dios para que sea él
quien endurezca su corazón.

*del libro inédito: Cantos repentinos

¿Quién no ha muerto una mañana

de puro hastío?
Yo veo el pájaro de mal agüero
más seguido de lo que quisiera.
Yo tengo un pájaro en el corazón,
no puedo dejar de mirar,
tengo un corazón en el pájaro,
y no comprenden de raíz
aquellos que se burlan
de nuestras historias,
aquellos que se florean,
en pos del arte, en pos del metal.
Pacharacos que llenos de nada
van con sus plumones inútiles,
ríen a carcajadas abriendo
la boca y tirándose hacia atrás.
No ha de haber tristes más largos
que los ruidosos, ¿viste vos?
No iluminan, Cuchúa, encandilan
para enceguecer.

*del libro: Charlas con Cuchúa

Bonus poemas de Rapsodia descontenta:

He creado tu rostro mil veces    

He creado tu rostro mil veces
desde el fondo de las cosas últimas,
las cosas dadas y olvidadas,
las cosas que no son
tal o cual cosa, sino nada,
esa nada que nos devuelve
el alma porque sí,
por la sola causa
de aumentar la grandeza del misterio.

-He creado tu rostro mil veces
con mis ojos anochecidos de tus ojos,
mis ojos como leopardos desahuciados
de hambríos mis ojos
que lo han visto todo
cuanto puede ser visto,
todo aquello de triste
retorno respiro
de la no luz y sin embargo.
del libro: Rapsodia descontenta

Para conocer más sobre la autora:

Poesía, cine y actualidad.

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