Convocatorias: el lugar incómodo

Convocatoria: Espías Rusos

Convocatorias: el lugar incómodo

Convocatorias: el lugar incómodo
Una editorial de Espías Rusos

En esta nueva entrega de Espías Rusos, les traemos una nota en la que reflexionamos a partir de algunos enojos que aparecieron en redes sociales al haber realizado una convocatoria Sub 30. Se detalla en la nota, pero les adelantamos que esta convocatoria surge con el objetivo de reforzar la pata floja de nuestra revista: conocer autores de menos de treinta años. Pasen y conozcan. Convocatorias: el lugar incómodo

La nota

Lanzar una convocatoria de poesía tiene un lado A y un lado B. En el lado A se encuentran las maravillas del mundo, el fragor de la lectura, la verdad, la humanidad. En el lado B, aparecen sus dificultades. Con este lado vamos a quedarnos por ahora. La dificultad es intrínseca. Toda convocatoria tiene un objeto y un recorte. En ocasiones, ese objeto es parte de un elemento del mundo mayor que lo contiene y con el que se necesitan mutuamente. La tensión es el recorte y la aceptación del recorte, pero lo que se abre al mundo es el objeto, el objetivo que se persigue

Sin embargo uno no muchas veces tiene en cuenta que puede existir un sinfín de escritores que se enojen por el recorte de la convocatoria, por el recorte del objeto. Nos parece un sentimiento genuino, en la mayoría de los casos. Podemos comprenderlo, aunque a veces resulte injusto cuando uno gestiona, justamente, para saldar sus falencias. Eso nos pasó cuando lanzamos nuestra convocatoria Sub 30, a partir de darnos cuenta que de más de 60 publicaciones realizadas, sólo 6 (corresponden o) tratan sobre autores de menos de 30 años.

No se puede continuar, ni pensar, un hilo argumentativo sin tener en cuenta el trasfondo de nuestra revista. Espías Rusos es un proyecto independiente que se sostiene por el trabajo de dos personas. En ese sentido, nos creemos con la total facultad de seleccionar los textos que consideremos llamativos para nosotros. No porque no reconozcamos la función social que conlleva tener un medio de difusión cultural. Al contrario, es parte de nuestra esencia abrir puertas hacia lo extraño, lo mainstream, lo nuevo o lo (no peyorativamente) desconocido. 

Convocatorias: el lugar incómodo

Como ya se ha expresado anteriormente, lanzar una convocatoria de esta índole implica, de algún modo, dejar afuera a una buena parte de textos y autores. Uno va por el sendero del “resolver” y se vuelca a realizar un recorte ya que de otra manera se vuelve estructuralmente imposible abarcar el objeto. Porque cuatro manos alcanzan para mucho, pero no alcanzan para todo. Entonces, uno toma la acertada decisión de no recibir materiales por fuera de ese recorte realizado. Es llamativo, porque no existe, a priori, una negativa a la difusión. Existe, en tal caso, una negativa a la lectura, a la apertura (lo cual es inclusive más justo). Esto, sin dudas, provoca (a nuestro juicio) livianas indignaciones; y cuando la indignación aparece habría que preguntarse ¿Desde dónde surge? 

Suponemos que, mayormente, proviene desde el desconocimiento de lo que genera indignación, al menos en este caso particular. Proviene también desde el encontrar identidad en ciertas formas del margen. No porque el margen exista en sí mismo, sino más por una pretensión de margen, que puede ilustrarse con un fragmento de un texto de Pablo Katchajian: La marginalidad me interesa cuando parte de la idea de que el centro no es un lugar interesante. (…) un marginal va a ser marginal incluso si ocasionalmente termina en el centro. Y un falso marginal va a ser central incluso desde el margen. Convocatorias: el lugar incómodo

Espías Rusos

Espías Rusos, se considera, en su esencia, un medio marginal. Partiendo de la base de que no tiene ninguna financiación y que en términos Leminskianos: hay una relación de pasión entre quienes hacemos Espías Rusos y Espías Rusos. No son pocos los momentos en los que ambos nos encontramos ante la falta de tiempo para sostener el proyecto. Sin embargo, no nos detenemos en ello. Lo hacemos, o intentamos hacer, con demencia, de modo salvaje, en las grietas ambivalentes en las que se rozan lo amateur y lo profesional.

Esta actitud viene dada por el hecho de sentir amor no sólo hacia nuestra revista, sino también hacia nuestra dignidad y hacia quienes aparecen en ella. Nuestro criterio, que seguramente tendrá carencias, es fundamentalmente estético y, a la vez, fundamentalmente afectivo. Y hay algo que tiene nuestro criterio, y que debe ser tenido en cuenta para cualquier análisis: tiene la autogestión como columna vertebral. Toda esta torpeza es para decir que, si bien tenemos una función social, no detentamos poder, ni detentamos hegemonías de ningún tipo. Encontramos en ello un valor. Pero la pregunta es ¿Se le puede reclamar atención, apertura, difusión, compromiso, etc, a una revista hecha por dos personas a puro corazón en lo monstruoso del mundo neoliberal?

La autogestión y los otros

No renegamos de la autogestión. Nos apasiona discutir propuestas, invitar autores, darles el lugar a quienes nos conmueven y electrizan con sus obras, pensar dinámicas, sostener secciones, etc. El problema aparece cuando otros que no conocen la revista, y que no hicieron ningún esfuerzo por conocerla, se dejan guiar por los terribles avatares de su aparente “marginalidad”. Es que la marginalidad puede resultar altamente seductora. En algunos de los casos, esos sujetos están de espaldas al mundo: no sabían de la existencia de la revista, pero, seguramente,  al ver la publicidad de la convocatoria Sub 30, comenzaron a indignarse. Y algunos se animaron a más: exigieron ser “tenidos en cuenta” de alguna forma u otra.

Repercusiones

Una de estas personas comentó: “¿Sub 30? vayanse a cagar”. Así como reconocemos la función social de un medio de comunicación, por mínimo que sea, también reconocemos la identidad. Y si tenemos que pensar en la identidad de Espías Rusos, en seguida surge la idea de “Concepto ético del dolor” (Leónidas Escudero). Efectivamente, un medio de comunicación es una mirada del mundo y crear Espías Rusos surge de una carencia, de un dolor. Y ese dolor nos llevó a transitar el mundo desde el lugar del no-resentimiento. Ante la carencia, ante la falta de “esa mirada del mundo”, decidimos crear un proyecto que la construya.

Anteriormente, mencionamos la idea de que estos sujetos están “de espaldas al mundo”. Esa idea es casi una verdad universal. Bastaría habernos escrito o, en su defecto, haber ingresado a la página web o al instagram de Espías Rusos, para darse cuenta de que el 90% de nuestras publicaciones fueron con personas de más de treinta años. Sin embargo, no lo hicieron. Lo cual nos puede llevar a pensar que esas personas no querían ser parte de Espías Rusos, simplemente, querían seguir enquistadas en su propio “yo”; seguir percibiendose a sí mismas bajo la lupa a través de la cual quieren ser vistas: la marginalidad.

Convocatorias: el lugar incómodo

Otra de las personas comentó: “qué triste hermanar lo nuevo y lo fresco con juventud”. Aunque tal vez esa persona ni siquiera lea esta nota, ni haya leído jamás alguna nota de nuestro portal, hay algo interesante en su comentario: su propia idea del mundo. Ya que desde Espías Rusos no le hemos dado el carácter de “nuevo y fresco” a lo joven, sino que, simplemente, reconocemos la falencia de nuestro medio: conocer las voces jóvenes del país. Ya les contamos la historia de las 60 notas.

Desde ese lugar, resulta llamativo el suceso de esa agresión cibernética. Se esconde en ese trasfondo una idea de “genialidad”. Como si de repente cada persona tuviera el derecho de despotricar porque los demás no vemos su aparente, y al parecer poco dichosa, genialidad. Avanti, que el mundo es grande, y hay lugar para todos. 

Lo hermoso

Hemos recibido material y eso nos alegra de sobremanera. Recibimos material de autores y autoras de distintas provincias que están dispuestos a ser leídos por otros y a los que leeremos con entusiasmo absoluto. Este es un mensaje para ellos. Valió la alegría conocerlos. Ya los estamos leyendo. Gracias por ser parte.

Para conocer más:

Poesía, cine y actualidad.

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