
Poemas de Victoria Orlando
Breves comentarios sobre su vida y obra
Antes de compartirles los poemas de Violeta Orlando, les compartiremos algunos aspectos de su vida y de su obra. En primera instancia, debemos contarles que la autora nació en Luis Guillón, Provincia de Buenos Aires, en el año 1990. Además, nuestra autora es profesora en Letras titulada por la Universidad de Buenos Aires.
Es docente, ya lo dijimos. Todos sabemos que nadie es docente a medio tiempo en nuestro país. Los docentes son personas a las que siempre, como sociedad, le exigimos un extra. Como si eso no fuera poco, en este caso, nuestra autora se desempeña como docente en el nivel secundario y en el nivel terciario.
Con respecto a sus inicios en la escritura, Orlando nos cuenta: “Empecé a escribir a los 10 u 11 años producto de dos cosas que se dieron al mismo tiempo. Por un lado, la lectura de “El libro de los abrazos” de Galeano; específicamente el texto “Un mar de fueguitos”. Recuerdo que lo leí y empecé a jugar con ese texto y a inventar historias parecidas o que dialogaban con esa; y en paralelo, mi papá había comprado una maquina de escribir bastante moderna para la época. Asi que la insipración del texto de Galeano junto con el entusiasmo de usar esa máquina hicieron que nazca en el deseo de escribir.”
Ante la pregunta concreta (que le realizamos desde Espías Rusos) ¿Qué es la poesía para vos? , la autora nos contesta: La poesía es mi manera de anclar en la vida o en el mundo. Podría decirte que gracias a la poesía sobrevivo.
Con ustedes, los poemas de Violeta Orlando
Vos tranquila, dice
y me acaricia el pelo como al lomo de un animal manso.
Yo miro bajo y pienso:
¿cuántas gotas formarán un charco?
La voz vuelve y repite el gesto
que va de su boca a mi oído.
Donde hay silencio, decir es osadía.
Pero el agua sabe reflejar el rostro
y yo
comienzo a contar las veces
que la bestia
devoró
al amo.
Dejé en la mesa
que se deshaga el fruto
lo que quedó
sin semilla
ni carozo
ni piel.
Lo partí en dos
una noche que su sangre corrió
sobre la madera y el filo
mientras
mi boca pronunciaba
tu sílaba,
tu pelo,
el conjuro.
Me gusta el barro
porque es negro
porque es espeso
me gusta porque ensucia.
De la oscuridad
también
me gusta que tapa los ojos
que es muda.
No pienso en la tierra
sino en el polvo
que se detiene
sobre las cosas
y
espera del aire
su soplido,
el impulso.
A mí
me enseñaron
la paciencia de las indias
la templanza de la nube sobre el llano
la pausa de las cosas que nadie toca
por eso
voy a descansar en el trigal
voy a embarrarme
hasta el día en que
de tu boca
y
de mi boca
se abra la selva, toda.
Cuando el dolor se va
deja una herida
que
se hace cicatriz.
A veces
una la busca
le pasa suave las yemas de los dedos
la acaricia
no
para abrirla
no
para romperla
ni hacerla sangre
sino
para delinearla
para armar un mapa con la delicadeza
que merecen los pétalos de una flor
para recordar por qué está ahí
por qué estamos acá
de pie
vivos, apenas.
Lo que quedó del tronco
está gris.
Hay un silencio extraño
porque es de las cosas muertas.
Cada vez que se mata a un árbol
mueren los pájaros
también.
Para conocer más sobre la autora:
Violeta Orlando nació en 1990 en la ciudad Luis Guillón, provincia de BsAs. Es Profesora en Letras egresada de U.B.A.. Se desempeña como docente en nivel secundario y terciario. Dicta talleres de Poesía y participa de la organización de ciclos de poesía como Brotes entre los escombros en Biblioteca Popular Florentino Ameghino de Luis Guillón. Las cosas que nos dejó la tormenta editada por Halley es su primera publicación editorial.
Poesía, cine y actualidad.