
Poemas de Vera Buendía
Breves comentarios biográficos
Antes de compartir los poemas de Vera Buendía, es preciso hacer un breve recorrido por los aspectos más relevantes de su biografía (en cuanto a lo literario). Debemos decir que es poeta y gestora cultural. Publicó varios libros de poesía. Entre ellos destacan Sálvese quien pueda, Loop & desborde, Ay chicos y La fe furiosa, su último libro publicado. Produce el ciclo de poesía Inmensas camelias junto con Cecilia Perna en la librería La Libre.
Según la propia autora expresa en “Poetas en el ascensor”, un proyecto de Elemento Disruptivo, comenzó a escribir desde la infancia: Escribo desde siempre, desde que tengo 6 años, que tenía cuadernitos que eran mis diarios donde me proponía un tema y escribía sobre eso. Además, agregó: escribo sola, pero he producido también colectivamente. Depende de la obra. La poesía es una ruptura, una violación a las leyes. Es necesario que aparezcan otras cosas y verlas.
Por otro lado, en una entrevista, para el medio La juntada, en relación con la elección de la poesía como vehículo expresivo, la autora dice lo siguiente : Me di cuenta de que la poesía juega mucho, toma a la palabra como un elemento lúdico y no la suelta. Así me siento cuando escribo poemas: liberada y con ideas nuevas. En cambio cuando escribo cuentos me cuesta un montón, no sé por dónde empezar, no me gusta lo que hago.
Dos preguntas
Ante la pregunta concreta ¿Qué es la poesía? la autora responde: Me gusta mucho una frase de gelman al respecto: “la poesía es un árbol sin hojas que da sombra”. también creo en la poesía como una constelación de fragmentos que vas recolectando y guardando, a lo Walter Benjamín.
Por otro lado, en este brevísimo diálogo con Espías Rusos, nos invita a conocer algo sobre su proceso de escritura: Últimamente estoy tratando de llevar un cuaderno conmigo y escribir ahí, juntar algo de lo que veo o escucho por la calle. después si encuentro una imagen, por ejemplo, un cuchillo de obsidiana en el templo mayor, ya hay un hilo para tirar y darle lugar en un texto. No soy metódica, no escribo todos los días. pero en los tiempos que puedo, engarzo una palabra con otra hasta que para mí tenga sentido.
Con ustedes, los poemas de Vera Buendía
todas nosotras arrastrando pobreza
no somos buenas, no
somos indulgentes
nos prefieren así a esclavas
o quizás un poco de carne quieren
no sabemos hablar, no sabemos esculpir
algo más que trabajo y deudas
el arte del ocio está reservado a las otras
cuando leemos una obra que nos conmueve
algo se quiebra y deja ver lo que somos
rapiñadas y dolidas
vienen las que no somos a pedirlo todo
sí, es verdad que para el mundo somos iguales
pero la propiedad para nosotras es un misterio
nos alimentan de créditos y golas
recibimos donaciones con gusto
mientras se juega la disyuntiva entreguista
a nuestra suerte o promesa
alguien abandona las condiciones y hay que barajar de nuevo
esta vez toca dar tiempo
el tiempo no se puede dar
el tiempo es la última y única arma
asustadas por el naufragio damos
nos van a rechazar la oferta de pago
volvemos a la estafa, timberas nosotras
exhaustas nosotras
perras de la noche extraviadas en el barrio
nos ven de lejos y murmuran alguna cosa
¡peligro! ¡prudencia! ¡penumbra!
no, no se alejen
no venimos a robar, estamos callejeando
tenemos certificados y herrumbe
¿pueden ver más allá de este recorte?
un látigo se nos ofrece
incluso para herirnos
tenemos que hacerlo nosotras mismas.
todo esto que está pasando y nosotras estancadas
perdón, ¿debería decir algo menos cruel?
¿sumidas en la experiencia del momento mismo?
no nos enternecen, no, las retóricas del mundo por hacer
sino del futuro que tomamos como si nos perteneciera
una copa se parte y algo adentro
se atomiza como si el porvenir fuera
el lugar donde vamos a estar seguras
es una promesa, es un desdén
nadie puede brindarse de lleno a la categoría
algunas pisan los vidrios rotos que destellan
otras recorren el momento con cinismo
vinimos a este mundo para que nos compartan
vinimos a este mundo para que partan
las figuras solemnes, los reyes eternos
algún impacto tiene que tener esta voz
todas nosotras hacemos del abismo un eco
un pulso oculto de las sensaciones
una hace la fuerza que da el trabajo a la otra
nos pasamos la energía
maldigo, maldecimos el encuentro desafortunado
las horas gastadas en decadencia
todas tenemos un momento con nuestros padres
un momento que no sabemos
un momento que después nos damos cuenta
de si fue nuestro el error o de ellos
todas tenemos ese momento guardado
no podemos contarlo
no podemos decirle a una amiga como al pasar
que nos vimos equivocadas en la cara de quien nos dio la vida
y aún así, sostenemos los años
todas nos cruzamos a ese monstruo alguna vez
le conocemos los modos
su forma de hundirnos
podríamos pedir ayuda, ¿pero a quién?
nuestros padres una vez más nos han echado la culpa
han elegido nuestro semblante como el único
la única trampa posible
muchos años después quizás podamos decirlo
darle nombre a nuestro dolor
¿será único? ¿sentirán las otras lo mismo que yo?
en las conversaciones que vienen y van
alguna de nosotras lo ha sentido
sí, ese pinchazo en una parte del cuerpo
una amiga partida deja abrir la herida
nos expone a sus miedos y nosotras
corremos a unir lo quebrado
todas hemos tenido ese momento
dudamos de nosotras mismas como si
de la muerte se tratase
entramos en esa turba y látigo
un camino de lo que no queremos
esa penumbra también es
nuestro momento
¿qué haremos cuando seamos nosotras?
¿seremos otras las que podamos dar la mirada?
incómoda o sospechosa
todas recorremos la sala con inquietud
el museo de la familia ya no es
un padre y una madre sentados a la mesa,
crías sonrientes
hospedamos el daño y retrocedemos
hay algo aún de nuestro dolor
en la cara que conocemos
todas abrazamos el error de nuestros padres
como si el gesto devolviera la forma
de lo que alguna vez fue
una coreografía sin música
y cuerpos vibrando
todas nosotras extrayendo mesura
extrayendo como quien va cayendo
al pozo de los cimientos
una espada no hará que las cosas paren
una espada no hará que / no
hará falta horadar
tan sólo con la tersura de un prisma
puede la sangre recordar
que de un pozo se sale cavando
hacia abajo y hacia arriba total
la mano dura dura pide
estoica clava el cincelazo
da forma a una vida / atenta
peñascos apenas devuelven
lo que alguna vez pudimos haber
sido / si dormitar fuera una opción
si nos hubiera sido dado el cuidado
fabricaríamos, todas nosotras
ese libre albedrío aquel, esa potestad
ese cielo inacabado, inmenso
donde nuestras manos toman
sin piedad y apean
lo robado como síntoma de futuro
todas nosotras, ¿dónde vamos a estar?
¿escondidas debajo de la alfombra?
¿apiladas en un rincón?
en el bar o en el cuarto
alguien deshace un envoltorio y ahí reluce
el caramelo de la perdición
si muerde el centro
encuentra el magma
ilusas nosotras
creíamos que la dulzura era un don
y nos vendieron su prédica de antaño
las muñecas aquí dispuestas en orden
silenciadas sin oír los goznes
traban la puerta, la luz se apaga
no damos comienzo a otra función
condenadas ¿a qué?
aflojamos las tuercas
ahí despacio: el mecanismo
¿por qué piden piedad
si no nos otorgan el pan?
de noche buscamos las llaves
como un faro
exigimos el mapa y el instrumento
rápido, que no van a tardar
Para conocer más sobre la autora:
Vera Buendía es poeta y gestora cultural. Ha publicado Sálvese quien pueda (Elemento disruptivo editora, 2015), Loop & desborde (El rucu editor, 2017), Ay chicos (Rama dorada casa editora, 2018) y La fe furiosa (Eloísa cartonera, 2023). Produce el ciclo de poesía Inmensas camelias junto con Cecilia Perna en La Libre. Trabaja de lo que ama.
Poesía, cine y actualidad.