Poemas de Silvia Castro

Poemas de Silvia Castro
Poemas de Silvia Castro

Los poemas de fútbol de Silvia Castro

Breves comentarios biográficos

Poemas de Silvia Castro es una poeta nacida en Fiske Menuko, General Roca, Provincia de Río Negro (1968). Es poeta y fotógrafa. Actividades que también son sus pasiones. A ambas las ejerce desde hace bastante tiempo, según pudo saber este portal.

Con respecto a la fotografía, sin ir más lejos, se hicieron muy famosas una serie de fotos (además de las publicadas en libros y revistas) en las que retrata a distintos poetas en su casa. En esa casa, de piso ajedrecístico, fueron retratados, entre otros, los pueblerinos Franco Rosso y Diego Planisich (dos amigos de Espías Rusos).

Silvia, además, es portadora de una de las terrazas más populares en el mundo poético argentino. Es que hay (si es que los hay -y seguramente porque nuestra autora no se enteró-) pocos poetas del “interior” que no hayan pasado por allí. Ese bautismo está muy presente entre quienes llegan a las actividades literarias de Capital Federal desde las Provincias.

Si hubiera que agregar algo más, deberíamos decir que Silvia es una fanática del fútbol. Tanto es así que su último libro de poemas se titula Los espacios vacíos.

Breves comentarios sobre su obra

Con respecto a la obra, antes de llegar a los poemas, es preciso aclarar que publicó varios libros de poesía y de fotografía. En poesía destacan Isondú (El Suri Porfiado, 2014), Puelches, (UNRN, 2018), Pisagua (La Gran Nilson, 2019). Los espacios vacíos (La Gran Nilson, 2024) es su última obra hasta el momento.

Mientras que en fotografía publicó, entre otros, Anagramas, Sphera, Pehuén, Abra, Sin párpados, La soga de la ropa, Caja china, Dulce Aldea/Copahue (2005-2008), Trenes, junto con Alberto Muñoz (En Danza, 2004), El olor de las hormigas, junto con Yamil Dora (Palabrava, 2017).

Con respecto a su último libro publicado, Paula Jiménez España expone: Si bien en poesía todos los temas son la poesía, qué lindo resulta mirar por el ojo del poema una escena -en este caso una escena futbolera- con su propio campo semántico, su ley, su ritmo, sus dos tiempos – verso y corte de verso-, y su sentido único, que es la fusión de todo esto. Un espacio vacío es el poema, pero lleno de sí mismo.

Beatriz Vignoli, en la contratapa del libro, expresa: Se llama Los espacios vacíos porque es un libro de poemas sobre fútbol femenino que tratan de lo invisible que nos habilita. Leer entre los espacios vacíos, abrir el portal a la próxima jugada, se parece a meditar observando los silencios entre cada pensamiento.

Y agrega: Los espacios vacíos es un libro sobre el saber jugar pero también sobre el no saber jugar y poder vivir con ese no saber; es un libro sobre un hacer basado, ante todo en un saber no hacer.

Silvia Castro: el acto colectivo de compartir la poesía es un momento de plenitud.

Con ustedes, los poemas de Silvia Castro

Gol de mujer

No se quita lo que sobra.
No esculpís.
No son los gritos del mármol,
las puteadas del cincel,
las piñas del alma.

Hacer un gol como quien comete un crimen.

Con esa libertad que se oculta a la familia,
con el desorden de la urgencia,
con la precisión del último aliento.

Las revoluciones se producen en los callejones sin salida

Alguien llegaba en un camioncito
con un hipocampo gigante.
La cabeza apoyada sobre la cabina
la cola rebotando en los baches.

Tenemos prohibido respirar fuera del pasto
o dejárnoslo crecer.
La superficie pulida ante todo.

Primero las muertas, después las demás.

Eso sí
que al pasarles la mano por la curvatura
se aprecie el gajo hexagonal,
la costura apretada, la tensión del cuero.

Potrancas de la mar, sabrosuras.
Un hedor que les llena la platea de gestos.

Chonguita

El problema 
no estaba en mi cuerpo
ni en el aire.

Me amigué con mi carne
y la trepé
al alambre tejido.

El problema no estaba en la cancha
ni en la hinchada.

Varios metros arriba
tres filas de alambre de púas
tampoco eran el problema.

Insoportable levedad

Detrás de la línea de aerosol evanescente
preparamos el salto
con los ojos en orden.

Una de nosotras queda atrás
por si la pelota va a ras de tierra.

Nuestra fibra pesa poco.
No sabemos bien aún
si un kilo de mujer
rueda mejor o peor
que un kilo de hombre.

En la barrera
todas las camisetas son iguales.

Los números se pegan a la espalda
y desaparecen.

Cintura

Casi todo lo nuestro se dirime
fuera de la ley.

Ir a quejarse es la Roja.
Siempre.

El juego es lo único que nos queda.

El juego
nunca deja de jugar.

Ver más vidrio

Hay un absoluto intraducible 
en la jugada preparada.

Pogo en el área, tironeos,
todas las cabezas se elevan
como pompas de jabón.

Milagros de la tensión superficial
volver del offside
zafar de la marca
buscar los espacios vacíos.

La pelota detenida en el aire
es el único techo.

La vemos venir resbalar elegir
en cuál de nosotras va a empollar
su huevo invisible.

Para conocer más sobre la autora:

Poesía, cine y actualidad.

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