Poemas de Marinés Scelta

Poemas de Marinés Scelta

Poemas de Marinés Scelta

Breves comentarios biográficos

Antes de compartirles los poemas de Marinés Scelta, es necesario hacer un recorrido por su experiencia vital. No porque su experiencia vital sea más relevante que su obra, sino que porque los rastros de la vida de un escritor siempre, pero siempre están presentes en sus textos: El territorio de lo vivido es un gran lugar para la experimentación poética , Dice Andruetto,

Por ese motivo, hemos de decir que Scelta es poeta, docente y tallerista. Integra, además, el colectivo literario y feminista Colectivo Write a Girl, cuyo objetivo principal es investigar acerca de las experiencias de escrituras realizadas por mujeres y disidencias.

Entre sus pasiones, abrazada a la docencia, la enseñanza. Además, nuestra autora mendocina permanece muy ligada a la tradición de poetas divulgadores y multiplicadores. En ese sentido, es sumamente importante mencionar que tiene su participación constante en el programa Restos Diurnos, con su columna “Los Ritos” en el que se dedica a entablar relaciones para los autores contemporáneos.

Breves comentarios sobre su obra

Entre los libros publicados de Marinés Scelta se encuentran: Saber lo que se pierde (Peces de Ciudad, Buenos Aires, 2016), Otros territorios posibles (elandamio ediciones, San Juan, Argentina, 2021) y El oficio equivocado (Falta Envido ediciones, Tucumán, 2024) y publicó, también, Así ha de ser la ausencia (El ángel editor, Quito, 2023). Este último libro le mereció una mención de Honor en el Premio Internacional de Poesía “Ana María Iza” – Paralelo Cero (Ecuador).

Con respecto a este premio, el jurado esgrimió el siguiente veredicto: “logra, por medio de un lenguaje íntimo, a la vez que directo, convertir la ausencia devenida de un duelo en bellas imágenes que dialogan con los elementos de la naturaleza, la memoria familiar y la muerte”. Algo de eso está en toda la poesía de nuestra autora. Luis Benitez, sobre el mismo libro expresa: Desde el punto de vista exclusivamente estético, lo que le sucede en la realidad al creador carece de importancia -por cruel que suene esto para muchos- si no genera la obra de arte escrito que se espera encontrar en un poemario.

MARINÉS SCELTA: “Yo no soy más que una intermediaria”

Por otro lado, la misma autora, en diálogo con Mario Flores para el diario Cuarto Poder, sostiene, en relación con los talleres literarios que dicta, expresa: “Yo no soy más que una intermediaria”. Algo de eso, aparecerá en sus talleres, pero algo de eso aparece también en sus poemas. Marinés Scelta es una poeta que intermedia constantemente entre el “yo” ficcional y el “yo empírico. Los hace funcionar, convivir. Que ninguno trabaje en desmedro del otro. Mucho se puede decir sobre su obra, pero esta es una humilde invitación a leer sus poemas.

Poemas del libro El Oficio Equivocado

Poemas de Marinés Scelta

Sonámbula

frente al viento atropellado 
la memoria es un trigal
para tu voluntad indecisa
enrojece tu ceguera
en lo único capaz de mover montañas

es incienso en las manos
el último vestigio
de tu paso por el aroma
que exhalan al lamentar
los desilusionados

hay un astillero para tus visitas cada noche
una espera que hace de vos
la hoguera de los equinoccios
la piel que solo de la renuncia
se desprende dolorosa

ojos blancos no cierran los párpados a tiempo
invisible en el camino que no dictan los pies
lazarilla de la noche
no despierta quien persigue impaciente
a sus fantasmas
sino quien reconoce el rayo
de su propia tormenta
y acepta el final de la oscuridad.

Delito

cuando el deseo es el ave más rapaz
y la noche abre su garganta sin ver
el miedo es otra cosa
sostenés la ternura
en la palma de la mano
y podés ver que ya no respira

la bala es lo único
que sobrevive dentro del plástico
preservada de la corrosión
podés mirarla a contraluz
hay solo un nombre
grabado en el calibre
como pequeño relicario de la pérdida.

Consorte

convivís en el encierro con la rabia 
duelan a los muertos
de cara a la misma pared
desprende una crin larga hasta el piso
para barrer la pena
restos de confeti
sus escamas
en el reverso
una cicatriz de picabuey

la fiebre es el correlato de la pérdida
asfixiada en el sol del mediodía
ahora sal como única ofrenda para la boca
si la memoria no es
un montón de huesos acopiados
que ella diga
vendrá un día en el que ya no se vuelve
que trence con tu pelo una soga en el hastío
y alrededor del cuello
tire.

Reptil

desafiás al último aliento 
de la sombra que te persigue
cambiás de piel
ahí donde no es
te conformás solo con eso y la temperatura
es el hogar en el que aprendiste a sobrevivir

quemaste los ojos en la punta de un cigarrillo
para decir basta
y cortarle el cuello a la repetición
sabés
en ese delirio se persigue a la misma presa
si se chocan los ángulos del mismo tabique
asediado por los tábanos de la tarde
te empeñás en hacer surco
y demarcás el territorio con las uñas de la tierra

hay otra cosa en lo que decís
y es cierto
reptar en el pillaje de lo poco
es el único designio del amor.

Garza

la mano de un orfebre para darte forma
la empuñadura
del metal que poda con su arista el aire
el diente de león sobre las aguas
un estuario al que llegar
para saciarte la sed de oscuridad
o de ríos

solo un parpadeo de pluma
en el anhelo de perderte
si el sigilo envuelve con alas de noche
que sea tu cuerpo agudo
la armadura que añora el destierro
que conozca de cerca
cómo comés de la mano
cómo hiere la urgencia de partir

sos el aleteo convulso
para mantener el equilibrio
sobre las espinas de lo que pronto
tiene que emigrar.

Chacal

en las heridas de otros cuerpos
el dolor no te detuvo
desvestiste la duda que jadeó
ansiosa de ver la saliva de tu deseo
un dardo que siempre dio en el blanco
la desconfianza del bosque muerto
bajo la sombra de tu presencia
la lengua torcida para resoplar
colmillos en una niña

como un cachorro hambriento
esperás afuera
y tenés a la noche
el último refugio
sos ese lugar de todas las edades
y ansioso de revancha
acicalás como a la rabia tu pasado
algo de aliento queda todavía
algo de lo que has hecho
es fruto de tu instinto
el resto
es domesticación.

Adentro

caminás el borde 
y sos el vaso puesto al revés sobre el barandal
si nada escapa a la destreza del equilibrio
queda esperar que el animal se atragante
como al hábito
en esa excitación

así es como te enseñaron a olvidar
un pinche te sostiene inmóvil
como a un insecto
en el telgopor de las cosas pendientes
no importa qué se herrumbre
el agua puede filtrarse aún desde adentro
has perdido los ojos
en la esperanza de la niña enferma
que mira el cielorraso
e intenta formas en la luz de los postigos.

Para conocer más sobre la autora les compartimos una entrevista en La metáfora ardiente:

Poesía, cine y actualidad.

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