
Poemas de Estela Zanlungo
Breves comentarios biográficos y de su obra
poemas de Estela Zanlungo nació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Es poeta, docente y Técnica Superior en Coreografía e Interpretación de Tango (Edta). Cabe destacar que Estela es una apasionada de la poesía. Los Espías Rusos la hemos visto ya en varios y distintos ciclos de lectura, aunque no daremos detalles de esto último.
En el ámbito poético, publicó Soñar con agua (del Dock, 2014). Fue, además, Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes 2012. Los días del Buitre (La mariposa y la iguana, 2018), declarado de interés municipal en Lomas de Zamora, 2018. Los hijos de la jauría (Vuelta a casa, 2020), declarado de interés municipal en Lomas de Zamora, 2021. Gerli (Lago editora, 2021). Casa de buey (El andamio ediciones, 2022), Mención Honorifica Fondo Nacional de las Artes 2021.
Formó parte de las Antologías 2008/2009 y 2010/2011 de la Clínica de Poesía de la Biblioteca Nacional. Sus poemas han sido publicados en Antologías nacionales e internacionales, en revistas culturales y en ciclos literarios. Ha participado de encuentros de poesía en el país y en el extranjero. Coordina talleres de escritura literaria.
Párrafo aparte
Dietris Aguilar le preguntó a nuestra autora por qué la poesía era su mejor instrumento para expresarse y ella respondió: “Suelo pasar horas dando vueltas alrededor de una estrofa, un verso, una palabra. No me imagino abordando un texto largo. En la brevedad del poema encuentro un modo de decir lo que necesita ser dicho, desde un lugar en el que el ser se expresa sin dejar que la cabeza se entrometa demasiado, como me pasa cuando bailo tango, llevada por la música; en el caso de la poesía, claro, una música interior“.
Estela Zanlungo es una poeta que, desde Espías Rusos, venimos leyendo de manera suelta a través de redes sociales. Sin embargo, nos hemos encontrado con ella leyendo en un micro abierto y nos fascinó. Por ese motivo, la invitamos a leer al ciclo Espías en la casona que tendrá su primera edición el sábado 12 de abril a las 18 hs en la Casona de Huamahuaca.
Con ustedes, los poemas de estela zanlungo
Fértil
¿No querías un bosque?
¿No lo deseaste tomando tu casa por asalto
mientras se dilataba el canto de la luna?
¿No lo viste venir en la humedad suntuosa
del patio, después del riego de la tarde?
Crecía a tus espaldas,
cuando te desnudabas detrás del sosegado velador,
después de haber colgado el vestido,
y al soltarte
con la seda de fondo del tren de medianoche.
Entonces el roce de las sábanas te pulía las piernas,
y se enterraban las raíces
un poco más,
un poco más,
en el irrefrenable corazón de la tierra caliente.
Ahora que te sangran los dedos
cuando arrancás los brotes de la pared del cuarto,
pensás que apenas se insinuaban
con el café del desayuno.
Debiste haber previsto
que lo que se persigue con el cuerpo
termina dando flores
de una frondosidad indómita.
El insomnio
En esta casa se nos rompen las copas
con curiosa frecuencia,
vienen los gatos de todos los vecinos
a olerse la lujuria,
cada mañana me quito un brote
que el sol ha madurado.
Yo digo que se nos rompen cosas
como si aquí hubiese alguien más,
y algunas veces me tapo la cabeza
porque los gatos gritan
a punto de morir.
Hoy esperé a que se pusiera el sol
y me interné en la selva;
le hice frente, le dije:
¿Ves? Vengo sola a mi patio
con una bolsa negra y el cuchillito de cocina.
Cuando alcé el puño con la raíz adentro
como a un recién nacido,
la selva hizo el silencio que se espera de un hombre,
y es eso,
el humor vegetal
que gotea en el fondo de la bolsa,
lo que me tiene sin pegar un ojo.
El refrenamiento
Ah, debieran verme podar el despropósito
que ha crecido en mi patio
para entender que estoy dispuesta
a cortar por lo bueno.
Le pregunto al cuchillo si entiende
qué es la frondosidad
y dice: ahí, donde la jungla del helecho
suelta hijos.
Entonces voy y desentierro el nervio
que baja por el tallo,
como me pararía frente a un animal
que hay que sacrificar antes de que despierte,
me subo al borde de la pala,
y que no quede más que el filo de la hoja
abierto al aire,
con el impulso de todo el cuerpo encima.
A veces fantaseo con mostrar
lo que sé hacer cuando me saco el corazón,
y que no quede un signo
que pueda confundirse
con el amor y su desasosiego.
*Los tres primeros poemas pertenecen al libro Casa de Buey
Octubre del 55
La primera puntada en el vestido
de novia de mamá
se hundió en la tela una tarde de junio,
mientras la fuerza aérea bombardeaba la plaza.
Las tías habían elegido una organza finísima
que formaría onditas de godette
en la pollera forrada de tafeta.
Una noche soñada de principios de octubre,
mi madre y su vestido flamearon en un vals,
cuyo estribillo preguntaba
por qué te niegas al olvido,
hasta que en un momento todos levantaron las copas
y ellos huyeron de la fiesta,
sucios de arroz
se fueron alejando de las zanjas de Gerli,
ahí van,
ahí van,
decían las vecinas
que los habían visto jugar en la vereda.
Entonces alguien gritó:
¡Viva los novios!
Y desde el fondo otro dobló la apuesta:
¡Viva Perón!
Paró la música
y se escuchó un silencio de lenguas amputadas,
justo un segundo antes
de que empezaran a volar las sillas.
Gerli
Si alguna vez me fuera concedido
un deseo imposible
contaría las horas
para bajar del tren en la estación
caminar las dos cuadras
dar con la casa
golpear las manos
abrir la puerta,
los abuelos sentados
en la penumbra del vestíbulo
mirando el noticiero de las ocho.
Entonces me quitaría el saco,
apoyaría la cartera en la mesa,
les diría, queridos
no es del todo verdad
después de treinta años
que ustedes estén muertos:
ya ven cómo distraen
las apariencias.
*Dos poemas del libro Gerli
Esto recién empieza
Debería llover.
Que el agua se llevara esta provocación
de días largos por la rejilla
un fuego negro de dos lunas,
el ruido de un país que no cabe en su asombro.
Dijo el pronóstico,
el ministro,
que llovería a mares una felicidad de viento sur,
que saldríamos todos a la calle
despeinados, descalzos como niños
que por primera vez vieran el mar.
Hay un siseo en lo seco del charco
un ruido sordo de tripas de nosotros encogidos
esperando el milagro o el diluvio.
Amaneció de nuevo,
faltan como tres días para que vuelva a anochecer,
y hace un aullido de mordaza
en mi paraguas.
Los hijos de la jauría
Otra vez han venido a dormir
bajo el alero frente a la ventana.
Desde adentro espiamos,
a veces nos reímos de cosas que no sabemos explicar,
genuinamente nos reímos
como haciendo de cuenta que hay un incendio
pero en alguna parte vieja de la casa
que se desploma y carga el aire de una arena
que no termina de matar.
Entonces barremos los escombros
nos achicamos
llevamos inventario de lo que va quedando en pie.
Los animales afuera
se arriman entre ellos cuando se hace de noche:
esa facilidad para enroscarse y contagiar
la idea de un cuerpo duro plegado sobre sí.
Estos no son de acá, no son como el perdido
que esperaba a su dueño
y le mojaba de baba la camisa.
Estos no temen nada,
toman la calle como propia y de día se van.
Siempre hay algún vecino
que arrima un plato con las sobras de anoche;
será por eso que vuelven al tinglado
o por si llueve.
Tampoco hay que ser perro para reconocer
por el olor los días que se vienen, algunos
ya van sobre los huesos,
se refriegan los lomos
hasta que sangra o deja de picar.
Yo me traería uno, le pegaría un baño,
que se quedara sentadito en el porch
mirando a los de enfrente
con el pescuezo un poco erguido
y rascara la puerta para entrar a dormir.
Ahora seguro están haciendo tiempo
en el semáforo,
donde los autos se detienen con las puertas trabadas
y ellos aspirarán profundo el aire
o lo que tengan a mano, volverán
al alero cuando no quede nada
por morder
por perder
lo primero que pase.
*Dos poemas del libro Los hijos de la Jauría
Para conocer más sobre la autora:
Estela Zanlungo nació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Es poeta, docente y Técnica Superior en Coreografía e Interpretación de Tango (Edta). Publicó Soñar con agua (del Dock, 2014). Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes 2012. Los días del Buitre (La mariposa y la iguana, 2018), declarado de interés municipal en Lomas de Zamora, 2018. Los hijos de la jauría (Vuelta a casa, 2020), declarado de interés municipal en Lomas de Zamora, 2021. Gerli (Lago editora, 2021). Casa de buey (El andamio ediciones, 2022), Mención Honorifica Fondo Nacional de las Artes 2021. Formó parte de las Antologías 2008/2009 y 2010/2011 de la Clínica de Poesía de la Biblioteca Nacional. Sus poemas han sido publicados en Antologías nacionales e internacionales, en revistas culturales y en ciclos literarios. Ha participado de encuentros de poesía en el país y en el extranjero. Coordina talleres de escritura literaria.
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