Poemas de Eliana Amschlinger

Eliana Amschlinger
Eliana Amschlinger

Poemas de Eliana Amschlinger

Breves datos biográficos

Antes de compartir los poemas de Eliana Amschlinger, vamos a hacer un brevísimo repaso sobre algunos datos biográficos. La autora nació en la Provincia de Buenos Aires en el año 1998. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, coordina El evento de la musaraña (que es un evento poético, entre los otros que llevó adelante). Además de poeta, es actriz y formó parte de distintas compañias teatrales. Participó, además, de distintos films y cortos. En el año 2023, fue una de las ganadoras para participar de la residencia del Festival Internacional de Poesía de Rosario.

Entrevista Rusa

¿Qué es la poesía para vos?

Una de las cosas que siempre preguntamos a lxs poetas invitadxs en El Evento de la Musaraña es qué es la poesía para ellxs, y creo que, en los dos años que llevamos realizando el ciclo, cada respuesta fue única, enriquecedora y muy personal. Creo que en parte eso es la poesía, una suerte de conjuro capaz de conectar de maneras misteriosas y variadas a personas tan diferentes; es también ese instante que nos atraviesa cuando algo nos conmueve, cuando intentamos empujar los límites del lenguaje, buscando en cada recoveco, en cada rincón oscuro de lo decible las palabras que nos permitan dar cuenta de lo que experimentamos. Engendrada desde el propio lenguaje, la poesía, para mí, es una hija rebelde y juguetona que se insubordina y levanta en armas contra la tiranía limitante de su progenitor.

¿Te acordás cuándo o por qué empezaste a escribir?:

Cuándo, es imposible. Hay poemas míos escritos en una letra muy precaria que seguramente son de la etapa primaria de la escuela, incluso hace poco encontramos con mi hermana un poema que le había escrito a mi abuela atrás de una receta de pancitos.

¿Hay influencias en la familia?

Tanto mi padre como mi madre escriben, participan en concursos literarios, publicaron alguna vez. Pero en casa siempre primó la narrativa y la idea cristalizada de que la poesía era algo “inentendible, sin sentido”. Entonces, si bien la literatura me acompañó desde pequeña, la poesía en sí no era algo que tuviera tan al alcance. En realidad mi primer acercamiento a un texto recitado no fue ni en la escuela ni en un evento de poesía, sino en las sobremesas familiares en plena crisis del 2001.

¿Cómo fue ese proceso?

Mi familia tenía una santería, Portal del Cielo, y la estábamos pasando muy mal. Durante esa época, mi abuela y mi mamá solían rezar el Salmo 91 y yo las acompañaba. Nunca logré aprendérmelo todo de memoria, pero había dos momentos que me encantaban. Uno era el comienzo: “Tú que habitas al amparo del Altísimo”; el otro, una parte que decía “andarás sobre víboras y leones y pisarás cachorros y dragones”. Esos eran los únicos dos fragmentos que me sabía y los repetía una y otra vez en la cabeza. Había algo de la sonoridad, de las palabras solemnes, de la invocación que me hacían sentir cómoda.
Hace poco le conté esto a mi profesor del taller de escritura teatral y bromeábamos respecto a mis influencias: “Ni Storni, ni Darío, Dios”.

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Creo que la infancia es un germen inflamable y en ese espacio de comunidad, de amor en un contexto tan hostil, el compartir la palabra como una forma de resistencia siento que se plantó en mí el impulso poético.

Los poemas de Eliana Amschlinger

Hay zonas bélicas en este cuerpo.
La cabeza,
un recinto de oradores sin turno.
Por las tardes observa
bandadas de broches
posados sobre la soga,
cuelga de ellos un pañuelo blanco:

Cuando cesa el bombardeo,
se escucha la calma que esconde
un cuerpo entero.

El otro día tiré la estufa,
iba distraída, como alienada
en mi tarea de preparar
la comida a los nenes.
(Avecesientoquenopuedomásquequierollorarquemeahogoquelpechomeardeynopuedoyelcolegioyeltrabajoylosnenespreguntandondestápapáyocomounaleonameplantomeplantoycuidomiscríasperonopuedomásundíasemevaexplotarelcorazónyellosevanaquedarsolosynonopuedesernolopuedopermitirmeparoderechamendurezcolacarneysigoadelantesoycomoestaestufamedigo)
Por suerte: está
rota
pero sigue entregando calor.

Un hilo de leche
corta tu mejilla y
muere contra el suelo.

Hay apetitos que no
podemos colmar.

En tus ojos veo suceder
imágenes de batallas,
un imperio perenne,
un joven
rebosante de lujuria

y brillando al fondo
de tu mirada infantil
mis ojos de loba romana,
mis pechos: este mito
fundacional.

La caliptra
es la protección con la
que terminan las raíces.
Cuando tu bisabuelo
contempló el árbol familiar
taló el bosque
para quebrar el maleficio,
construyó con la madera
un bote humilde
y el agua se lo tragó.
Me han dicho que todo
lo que en nuestra tierra crece
no llega a madurar.
Soy una mujer joven, temerosa
no respondo a las hazañas
ni los gestos de mi linaje.
Si el agua un día me posee,
por favor, no me entierres
en este bosque:
nada protege las raíces
de mi historia.
No madurará el fruto que tengo,
ni siquiera los gusanos
portarán como emblema, mi cuerpo.

Para conocer más sobre la autora:

Poesía, cine y actualidad.

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