
Poesía de Natalia Leiderman
Una nota de Patricio Foglia
-Poesía komorebi – la novela de la poesía
La Poesía de Natalia Leiderman
Animales dorandose al sol, primer libro de Leiderman, fue un poemario que trazaba una especie de parábola, el ascenso y la caída del Imperio de un amor, el deslumbrante fosforecer del territorio iniciático del encantamiento del amor (mientras dios se aburre infinitamente, dice de paso en ese mismo libro la autora) y su anhelo casi conejo de volver a verse, de necesitarse, de ir de anticipación en anticipación.
Bien. Animales dorandose al sol continùa, enrarecido, mutado por el paso del tiempo, en su último libro. Comparto este poema de Densa caótica plenitud.
¿ya se cierra la temporada
de poemas de amor?
si era tan linda la plenitud
qué linda era
nos embriagaba el aroma
a permanencia
a cristalito
a conejos perfumados
parecía inconmovible
pero los amores son manchas
tatuajes que refulgen
por varias noches, sí
y después
se apagan
no nos pertenecen
habrá que aprender entonces
a cargar con los restos
el oxido y el barro
las oscuras resonancias
De hecho, los tres libros de Natalia Leiderman forman parte de un mismo imaginario, fantástico, terrible; en términos de Tamara Kamenszain su novela de la poesía.
En el caso de Starenka, la peculiaridad me parece doble, porque ese poemario hace foco específicamente en un personaje determinado de la trama familiar, una abuela (y no necesariamente la más cercana) y se obsesiona con la toma de un registro, diríamos, fotográfico-poético.
Biografía de Natalia Leiderman
Me demoro en ese tipo de registro porque creo que supone una clave de su poética.
Con la distancia de una cámara en mano, Leiderman logra en Starenka la traslación a la forma de un poema de dos elementos típicos de las viejas cámaras analógicas: al leer aquellos poemas vemos, leemos, cómo se va modificando por una parte la velocidad de obturación, y cómo se decide una mayor apertura del diafragma, por otra.
Sobretodo esto último: una apertura del diafragma o cómo sobre un personaje (más bien opaco) se logra captar finalmente una enorme cantidad de luz en su derredor; cómo el ingreso de esa luminosidad define una forma del amor, su ascenso y caída, es decir, cómo el retiro de las fuerzas lumínicas deja un espacio vacío:
barro, oxido, oscuras resonancias. Hay, de hecho, una palabra japonesa que se acerca más a lo que quiero decir. La palabra es komorebi, por supuesto que quiere significar algo así como:
komorebi, palabra que designa la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles, creando un juego de luces y sombras
esto es parte de lo que quiero contarles, del entusiasmo que quiero compartirles: la poesía de Natalia Leiderman puede ser leída como una poesia komorebi, una poesía de luz y de sombra, de aquello que está altísimo como un acróbata y a un mismo tiempo ya suspendido en su caída precipitada, sin red.
Densa caótica plenitud toma nuevamente ciertos elementos de la fotografía, ya no solo ciertos recursos típicos de las cámaras, que aparecen traducidos en términos de poemas, sino ahora principalmente esto: se trata más bien de una captación de lo pleno entre lo denso y caótico, de una forma de parapetarse e intentar capturar, al menos un instante, en medio del fragor del mundo.
Análisis de sus principales obras
Esa forma de estar en el mundo, una forma fotográfica de estar y de percibir, no es meramente como diría Roland Barthes, a partir de una foto en tanto Algo que ha pasado. Es un poco más y un poco menos que eso, y supone un compromiso ético y emotivo con relación a lo retratado. Lo retratado como lo vuelto a tratar, lo retratado como lo que se intenta salvar, una tabla del naufragio cotidiano.
Giorgio Agamben, al hablar de fotografía, dice:
¿Que es lo que me fascina, lo que me tiene encantado en las fotografías que amo? Creo que se trata simplemente de esto: la fotografía es para mi, de alguna manera, el lugar del Juicio Universal. (…)
Aun si la persona fotografiada estuviese hoy completamente olvidada, aun si su nombre hubiese sido borrado para siempre de la memoria, y precisamente por esto, esa persona, ese rostro, exigen su nombre, exigen no ser olvidados.
Inicios en la poesía
Aunque tal vez sí sea oportuno traer a Roland Barthes, pero al Barthes del placer del texto, y si no me creen, relean esta prosa poética de Leiderman que dice:
A veces me masturbo pensando en palabras. Las palabras forman una escalera. Un amigo afirma que los momentos más prolíficos de la escritura son en estado de enamoramiento. No se si es cierto, pero si creo que escribimos para ser deseados. No por alguien en particular, sino por el reino de lo vivo. (…)

Quisiera ahora intentar definir lo que hace que, para mí, este libro sea una profundización de la búsqueda anterior, de los libros anteriores. Y hay un factor vital que es clave, y otro factor más formal que también.
En lo formal, la apuesta incluye ya de manera directa una serie de poemas en prosa, la búsqueda de la poesía por otros medios, una urgencia por organizar (diría musicalmente, diría La vida – El musical) aquello que nos sucede, lo que nos pasa: el amor, la muerte, la soledad, las mudanzas, todo se organiza al menos por un instante precario pero sagrado en un poema.
Al poema le incumbe todo.
Y esa organización, insisto, es formal, rítmica, musical, incluso coreográfica, son anécdotas pero torcidas, torvadas, retobadas, en cierto modo a la manera de Irene Gruss.
El otro factor vital es el paso del tiempo.
En Animales pasa el tiempo dentro del mismo poemario, y accedemos a una especie de ascenso y caída de un vínculo. En Starenka, el tiempo es algo que ya pasó, un tiempo después del tiempo, el ocaso con su gama de colores violáceos, las vibraciones de un último atardecer, y un mirar antes de que anochezca.
Impacto en la poesía contemporánea
En Densa caótica plenitud es otra la relación con el tiempo.
Hay una especie de furia lenta, una prácticamente irreal flexión de los verbos en tiempo presente, y de los cuerpos que ya no son parte de este mundo, ¿y entonces qué? Entonces la poesía podrá a veces organizarse como un poema clásico, y otras veces, producto de ese presente irrefrenable, será prosa poética. En la trinchera urgente del hoy, en su entrevero, la prosa poética de este libro es relumbrante poesía por otros medios, vital fotopoesía de guerra.
Siempre se trata de una guerra contra el tiempo, por supuesto, y contra el desamor, y la falta de deseo, y contra todos los enemigos clásicos de la poesía, con sus fracasadas radiantes espléndidas armas: ritmo, síntesis, corazón y misterio.
En toda la obra de Leiderman, pero muy especialmente en este libro, relumbran así lo denso, lo caótico y lo pleno.
Lo denso en cuanto al amor que aparece y se va, cuerpos que se degradan y se diluyen, dispersión de las cenizas en el aire, condensadas partículas de urgencia poética.
El nuevo libro de natalia leiderman
Lo caótico es el tiempo, un pulso incesante de lo real que aparece como a través de un filtro, en el fondo y nuevamente desde la cámara que es el poema, no una Canon con poderoso teleobjetivo, más bien una polaroid bellísima, frágil, casi inútil, granulado misterio difuminado.
¿Y lo pleno? Lo pleno es el sustantivo, un diminuto núcleo de fe, la posibilidad de quedarse en la cama un rato más, un anhelo por hallar, por fin, en toda la novela que cualquier vida es, el poema que sea su cifra y canción.
Al releer esta poesía, genuina y formalmente deslumbrante, que hasta incluso se da el lujo de samplear a Silvia Plath, recuerdo ahora la bio de Natalia Leiderman en redes, que dice:
escribo – sueño – traduzco.
Conclusiones
Creo que esta es la dialéctica de su poética, pulso al que solo le agregaría acaso un verbo más, de tal forma que: escribo – sueño – retrato – traduzco, como una reversión complementaria y posible.
¿Que es lo que me fascina, lo que me tiene encantado en estos poemas que amo? Creo que se trata simplemente de esto: estos poemas son para mi, de alguna manera, el lugar del Juicio Universal.
Aun si las personas retratadas estuviesen hoy
completamente olvidadas, aún si sus nombres se fueran borrando
para siempre de nuestra memoria, y
precisamente por esto,
para conservar algo de su luz, algo
de su sombra, celebro esta poesía komorebi,
fotomontaje poético y su batalla,
la genuina poeta que Natalia Leiderman es.
Tres poemas de Densa Caótica Plenitud
Otro caballo cruzando la ruta
es marrón con un desliz plateado, va lento
como un sueño, y tiene el perfume espeso
de esa lentitud. Cuando frenamos no modifica
ni su paz ni su paso
y recién cuando vuelve a tocar
el pasto, del otro lado, galopa.
Se aleja.
Podríamos haber muerto pero no lo mencionamos.
No importa lo que podría haber
pasado sino lo que pasó.
El destino es tajante y amoroso.
Lo saludamos con la mano. Adiós, caballo,
adiós
Yo rezo entrada la noche
el invierno oficial ha dado inicio
tengo la gata a mis pies
(el calor se duplica
en mis manos juntas)
yo rezo entre comidas y cada vez
que un tren pasa
pido un deseo, y si alguien cumple años
profano su fuego: el deseo se triplica
y si veo una flor
exótica, una nube
mitológica, pestañas
o dientes de león
todo es un dios mirando, incandescente
hacia mí
A veces me masturbo pensando en palabras. Las palabras forman una escalera. Un amigo afirma
que los momentos más prolíficos de la escritura son en estado de enamoramiento. No sé si es
cierto, pero sí creo que escribimos para ser deseados. No por alguien en particular, sino por el reino
de lo vivo. Aunque es riesgoso. Toda sustancia que altere fuertemente la percepción (también el
amor) me da miedo. Temo no volver. La demencia es un camino tan alto y tan desierto, tan alto y
tan desierto.
Fe de erratas: en la versión web para celulares, los versos pueden no respetar su extensión original
Para conocer más sobre la autora:
Natalia Leiderman (1990, CABA) escribe, traduce, y hace fotos. Le gusta dormir y soñar. Publicó los poemarios “Animales dorándose al sol” (El Ojo del mármol, 2016) “Stařenka” (Caleta Olivia, 2019) y “Densa caótica plenitud” (Santos Locos, 2024). Algunos de sus poemas están presentes en antologías, entre ellas “Poetas argentinas (1981-2000)” (Del Dock, 2023). Tradujo, junto a Patricio Foglia, una selección de poemas de Sharon Olds, y los libros “El pájaro rojo”, “El trabajo del sueño” y “Primitiva Americana” de Mary Oliver (todos por Caleta Olivia) y “Cuerpo mi casa” de May Swenson (Bikini Ninja, 2023). Forma parte de Medusa, agrupación de poetas y traductoras.
https://www.radionacional.com.ar/natalia-leiderman-escribo-desde-lo-urgente

Patricio Foglia nació bajo el signo del León y del Búfalo chino en 1985 en Buenos Aires. Es poeta, traductor y productor. Publicó Temperley, Lugano 1 y 2, Tokio, Todo lo que sabemos del cielo, Sampler, Oscuras flores de duelo, y la plaquette Perros de Buenos Aires. Tradujo, junto con Natalia Leiderman, Salto del ciervo (Sharon Olds). El pájaro rojo, El trabajo del sueño, Primitiva americana (Mary Oliver), Cuerpo mi casa (May Swenson). Antologó Los fuegos de Orc y Una marca de nacimiento (Ed. Mágicas naranjas).
Dirigió, junto con Tom Maver, la revista de poesía Malón Malón.
Estudió coctelería, ciencia política y tarot. Mg. en escritura creativa de la UNTREF. Fue guionista del podcast Mostras – Maestras de la poesia. Fue parte del equipo de producción del Festival de Poesía YA, CCK, a cargo de Gabriela Borrelli Azara. Organiza el ciclo de lecturas Meditaciones en una emergencia. Coordina talleres de poesía. Poemas suyos forman parte de diversas antologías y blogs.
Poesía, cine y actualidad.