Cuento de Nahuel Canteros

Cuento de Nahuel Canteros
Cuento de Nahuel Canteros

Cuento de Nahuel Canteros

Semblanza sobre su vida y su obra

Antes de compartirles el cuento de Nahuel Canteros, debemos decir que nació en Santos Lugares, en el año 1993. Además de escritor, es importante saber que se desempeña en la vida como Licenciado en Políticas Sociales (UNTREF).

Publicó en diversas antologías: “Esquejes” (2025) de Funga editorial, “Relatos Históricos” (2024) de editorial UPCN, “Fe” (2024), “Libre” (2024) e “Infancias” (2022) de editorial Camalote. En mayo sale la preventa de su primer libro “Germinando porotos adentro de un frasco”.

Cuento: Desiderio

cuento de Nahuel CanterosHasta acá podemos llegar, Desiderio, más adelante ya es peligroso. El agujero lo hicieron al pie de aquel cerro, y ahí nomás tiraron la pastilla radioactiva. Buscamos petróleo, dijo uno de los ingenieros mientras una máquina perforadora cavaba la tierra. Pero acá abajo lo único que hay son los huesos de nuestros ancestros. ¿Me está escuchando, Desiderio?  Venga para acá, le estoy diciendo que allá es peligroso. Como le gusta transgredir y hacer lo que se le cante, una correa le voy a poner si no me hace caso. Levántese, macho, deje de revolcarse en el pasto; quédese quieto y présteme atención que ya no es un cachorro.

Vea, Desiderio, que el pasto está verde como cualquier otro. Sin embargo, hace ya varios años que no traemos a nuestros animales a comer acá. Para cuando usted nació, ya se nos habían muerto varias chivas por rumiar por esta zona. Los animales se iban muriendo de a poco: se pudrían internamente y en cuestión de meses terminaban patas para arriba. Al principio creíamos que se trataba de algún tipo de maldición, pensábamos que la Pacha nos estaba queriendo decir algo. Y un poco de razón teníamos, aunque no se trataba de una maldición contra nosotros, la pacha nos estaba diciendo que algo no andaba bien, que eso que habían tirado la estaba pudriendo también a ella. Huela, Desiderio, sienta el aroma a azufre que hay en este sitio, así huele desde el día que tiraron la pastilla radioactiva.

Cuento de Nahuel Canteros

Mi Tata me repetía, una y otra vez, que grabara en mi cabeza que nosotros somos los guardianes de la tierra. Feliciano, me decía, para que vuelva el tiempo de la araucaria no tenemos que dejar morir nuestra cultura, no tenemos que dejar morir nuestra lengua. El Tata, con su voz pausada y paciente, me contaba las mismas historias, una y otra vez, hasta el cansancio; para que se le graben en la cabeza, Feliciano, me decía. cuento de Nahuel Canteros

Me repetía que cuando él era chico no había en nuestro territorio ningún alambre que delimitara la tierra. Me contaba, también, que en el tiempo de la araucaria los ríos y los lagos no estaban contaminados, y que los minerales de los cerros y de las montañas permanecían en los cerros y en las montañas. Escúcheme, Desiderio, no ande distraído mirando el horizonte. El tiempo de la araucaria, según mi Tata, era el tiempo del reverdecer nuestro. Y algún día va a llegar, Desiderio, aunque ahora vivamos entre alambres, como caballos adentro de corrales. Por más que hoy día tengamos que cruzar tranqueras para recolectar la leña y nuestra medicina. Aunque usted ni se entera, es escurridizo como una liebre, pasa las trancas por debajo como si no estuvieran.

Hace varias décadas que mi Tata se fue para el silencio, pero todavía lo escucho en el viento, lo veo en los lagos y en las montañas. Por ahí andan todos los nuestros, Desiderio, y hay que honrarlos protegiendo nuestra tierra. Ellos cuidan nuestros cultivos, protegen a nuestros animales. A nosotros mismos nos defienden, aunque no nos demos cuenta, aunque parezca que estamos solos en esta tierra parcelada. Nuestros ancestros están ahí, e incluso en sus tumbas padecen la codicia criolla que desangra a la tierra, que deforesta nuestros canelos y nuestras araucarias.

un cuento argentino

Sin embargo, los criollos, también andan preocupados por el agujero. ¿Se acuerda, Desiderio, de la última vez que vinieron? Usted estaba echado con los animales y cuando escuchó a las camionetas acercándose salió de un pique a su encuentro. Ese día llegaron con un grupo de ingenieros agrónomos, querían estudiar el suelo. Al menos así me dijeron: queremos estudiar el pH de la tierra. Llegaron levantando polvo con sus camionetas cuatro por cuatro. Armaron una tienda, las carpas eran gigantes y usted no tuvo mejor idea que ir a mearlas.

Cómo me reí, Desiderio, del susto que se pegó cuando vio a esos hombres adentro de esos trajes blancos con los que se acercaron al cerro. Parecían astronautas, a medida que se acercaban al agujero, los trajes se iluminaban, parecían luciérnagas gigantes. Y así como llegaron, se fueron: levantando polvo. Usted salió a correrlos esa tarde, cómo le gusta perseguir las ruedas de las camionetas, afónico quedé de tanto gritarle para que vuelva.

un cuento argentino

A veces, desde el agujero, se escuchan truenos subterráneos que hacen vibrar todo como cuando cae un rayo. Usted se asusta cuando eso sucede: mueve los ojos para todos lados como perro desesperado. Y yo le digo venga, Desiderio, quédese tranquilo. Usted se echa mansito al lado mío, mete su cabeza en mi regazo, y yo le cuento, mientras le acaricio el lomo, del tiempo de la araucaria.

Mire, Desiderio, con el ocaso empieza a fosforecer el horizonte. En las noches de luna nueva, como hoy, que todo es más oscuro y apenas brillan las estrellas, el cerro y todo a su alrededor fosforece. Es un espectáculo ver brillar el cerro. Al principio creíamos que eran nuestros ancestros, pero no, definitivamente no son ellos.

un cuento bonaerense

Volvamos antes de que la noche caiga por completo, guíeme usted ahora que tiene buen olfato: si hasta parece que todo esto es suyo por la firmeza con la que pisa. Yo lo sigo, compañero, pero no se me adelante mucho que a mí ya me pesan los huesos, que yo también me estoy yendo para el silencio. Pero usted se va a quedar y va a tener que guiar a los que vienen creciendo. Usted se va a quedar y seguirá avisándonos a ladrido limpio cuando se acerca una camioneta. Ud. va a cuidar a los animales y a los cultivos. Usted, que anda moviendo la cola de contento, todavía tiene mucho por delante.

Espere, Desiderio, que ya no veo dónde piso, yo no tengo patas de cabra. Venga acá, voy a sentarme un rato. Y sino vaya nomás, vuelva a la comunidad. Que no se anden preocupando que mis huesos son casi abono de tanto luchar por nuestro territorio. No me escucha, Desiderio, vaya nomás y duerma en la casa. No se me quede mirando así: como perro tonto.

Está bien. Si quiere quedarse, quédese, Desiderio, échese como usted sabe. Duerma nomás que mañana inevitablemente va a salir el sol. Duerman- , que ese agujero seguirá rugiendo su tormenta. Hoy Duerma, que los alambres seguirán delimitando lo que es de todos. Sueñe, como lo hago yo, con el tiempo de la araucaria. Sueñe, Desiderio, que algún día ese mundo volverá a ser el mundo.

Para conocer más sobre el autor:

Poesía, cine y actualidad.

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