Susana Szwarc – narrativa

Susana Szwarc - narrativa
María Barrientos. Susana Szwarc – narrativa.

Susana Szwarc – narrativa

Reflexiones a partir de

La muertita o la novela que de Susana Szwarc.

Por María Barrientos

La muertita observa desde su habitación-sótano el lavadero de enfrente que es atendido por María Marina. Ese lavadero es su salvación, su afuera. Por pericia de Szwarc nos quedamos en ese sótano, nos convertimos en la protagonista, porque todos alguna vez habitamos esa zona de desterrados.

El abandono, la soledad y el extrañamiento de la muertita nos remite a un ambiente de características kafkianas. No todas las muertes son físicas, hay muertes mentales, hay muertes sociales, hay muertes que nadie llora. Es muy interesante lo elusivo de varios aspectos: el género del libro, así como el género de la mujer del lavadero y lo simbólico del personaje, que tiene múltiples sentidos.

Szwarc sostiene una historia policial en el medio de la sutileza de una escritura de torsiones propias de la poesía y de cortes gramaticales que invitan al núcleo de un humor negro, tan negro como nos deja imaginar ese subsuelo. La mujer del lavadero tiene grandes manos pintadas de rojo, al final le cuenta su historia trans. Personaje entrañable, surcado por la pasión que la muertita no siente, las une la tragedia y la posible transformación de esa tragedia.

Susana Szwarc – narrativa

Lo simbólico de la muertita es múltiple, ese universo kafkiano, ese sótano, ¿en qué plano existe? ¿en verdad importa? La muertita es un animal anonadado, y la expresión última de la nada es la invisibilidad. No existimos para el otro sin el deseo, sin la mirada. Paradójicamente es la que todo mira. Szwarc convierte a la protagonista en un símbolo de todos los seres invisibles. El sótano es zona de desplome, anonadamiento y desarraigo. El lugar donde se deja lo que no sirve, lo descartable.

También el espacio de los estados del alma. Ese olor a tristeza, ese estar cabizbaja que le da un respiro cuando viaja en su mente. Muere de a ratos y vuelve a despertar, el destino de Sísifo como una maquinaria ciega. Mecerse estando quieta, dilucidar de dónde le viene ese susto, ese susto que los otros no quieren ver.

Reflexiones por maría barrientos

La muertita habla con una lengua fragmentada, su respiración es entrecortada, balbuceante e imperiosa, no hay tiempo de malgastar palabras. Tiene un cuaderno y escribe soga y árbol, convoca palabras que juntas operan una escena ominosa. Quiere cantar, pero de su boca salen voces de vidrio.

Hay una suerte de desdoblamiento, la protagonista carga con ella como si fuese un fardo. El extrañamiento del encierro hace que abotonarse una blusa sea una escena surreal: dónde el botón, se pregunta en el difícil intento. En los intersticios se cuela la realidad, como el polvo de una demolición que no es posible que decante hasta bien pasados los días, así la escritura lleva el encubrimiento como una veladura que no hay que rasgar sino descubrir de a poco.

Susana Szwarc – narrativa

El desmoronamiento es progresivo y urgente, el narrador parece también asediado por la premura de escribir. El humor mordaz modera el espanto. La muertita ve cielo, ve estrellas, pero también huesos y desperdicios. La muertita es resucitada por el narrador con una escritura igual a ella, escritura fragmentada, herida. Pero con la capacidad de la resistencia Es que debe recobrar lo perdido para restaurar la naturaleza de animales exhaustos ante un universo por momentos impiadoso.

Susana Szwarc – narrativa

La salvación no es sin el otro, aunque provoque inconvenientes, malos entendidos y aunque se añore el aislamiento, escucha los golpes en su puerta, ve una mano de unas uñas muy rojas de la mujer del lavadero y sin dudar, abre la puerta. 

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Poesía, cine y actualidad.

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