Mil Brillos Apagados de Alberto Cisnero

Una reseña de Misael Castillo

Reseña de Misael Castillo sobre el libro Mil Brillos Apagados de Alberto Cisnero

Para comenzar esta reseña de Mil Brillos Apagados de Alberto Cisnero. Es preciso contar que hablamos de un poeta, novelista y editor nacido en La Matanza (1975). Dirige el sello editorial Barnacle, y tiene publicados más de una decena de libros. En este caso, nos interesa pensar en su libro Mil brillos apagados que fue publicado por la propia Mora Barnacle en Octubre del 2024.

La escritura de Cisnero fue destacada por distintas personalidades del ambiente literario. En general, personas a las que parece importarle más la poesía que la parafernalia. Ese problema persigue a nuestro autor y es irremediable. Alejado de todo ritual de pose, el tipo se sumerge en las profundidades del lenguaje para regalarnos un agujero negro que arrincona toda forma de expresión hasta el desánimo.

En alguna ocasión me lo encontré en lecturas y lo que genera con su ritmo urbano y su lenguaje ácido es no otra cosa que la sorpresa. El distraído se concentra y el concentrado se perturba. No hay un lugar de comodidad posible. Será por eso que, tal vez, su voz no aparece en algunos espacios, más acostumbrados a las fotitos, las selfies, los flyers y la mar en coche.

Algunas notas sobre Mil brillos apagados

En este caso, nos interesa, como anunciamos al comienzo, centrarnos en el libro Mil brillos apagados del cual Daniel Freidemberg, comenta lo siguiente:

“ (…) todo para decir algo que no se alcanza a decir bien ni importa especialmente: lo que importa es el acto de decirlo. Y ese acto, además de dar cancha al artificio feliz de la escritura, tiene una carga, una actitud o algo así, que por debajo palpita y viene a tocarnos y deja algo abierto. Todo acá está vivo, quiero decir.”

Mil brillos apagados es, a nuestro modo de ver, un enjambre de abejas que trabajan conjuntamente. Pican, hieren, se organizan, patalean y se cagan, pero todo su movimiento se reviste de una armonía sucia. El “yo” poético de este libro es quisquilloso y obsesivo hasta el punto de encontrar en su armonía el movimiento de una aplanadora.

Un poema de Mil Brillos Apagados

Y te secundó la turbidez de un tango
de quilombo, ex feto o sepulturero
tradicional jamletiano pero en cuyo
rostro de luz repercutía; y sin ser
pospuesto a otro, sentado en el banco
de una nave no logran despertarse.
cada cual para sí en este pudridero

La identidad de este libro, está en el extrañamiento que ocurre en el plano del lenguaje.

Cuando pensamos en la poesía de Alberto Cisnero, pensamos en un revuelo de sentidos que trabajan para conformar una unidad. Existe un extrañamiento que se da en el plano discursivo, pero fundamentalmente, la identidad de este libro, está en el extrañamiento que ocurre en el plano del lenguaje. Uno no termina de pararse firme. Leer Mil Brillos Apagados es como viajar en un colectivo por una ruta complicada. Con respecto al tema, nos resulta interesante pensar una serie de conceptos. En primera instancia, aclarar ciertas nociones en relación con el significado. Para ello vamos a tomar un ensayo de Mario Montalbetti, extraído de la querida Gambito de Papel, en el que plantea que nuestra época se resiste a darle tiempo a la concreción de significados:

El peligro del que hablo se construye cuando el diferido entre significante y significado se reduce a cero. Cuando el significante no tiene tiempo o espacio para elaborarse y es atrapado rápidamente por un significado, pensar es imposible. El resultado es una serie de asociaciones fijas e inmutables sin elasticidad. Quien controla tales asociaciones controla el sistema simbólico porque basta una articulación mínima de significantes para conseguir los fines deseados.

Aclarada esta idea,

y pensando que, la poesía implica una relación de pasión entre quien escribe y el lenguaje, podemos sostener que nuestro autor hace honor a la idea de que la poesía no persigue un significado superficial. Sino que persigue un significado que no existe del todo, pero que puede ser expresado por encontrarse, sin embargo, en cada entidad del mundo. Así, Cisnero constituye una poética que con el lenguaje hace confluir la nostalgia tanguera, la violencia de los 2000’ y la búsqueda estética de los arrabales: Odio y sabré esperar (libre, incierto,/ dócil; bajo el azar aburdelado(…).

Existe en la poesía de Cisnero,  una revelación que está dada más allá del discurso, más allá de las acciones, más allá, incluso, de las palabras. En el siguiente pasaje, cada verso es una unidad de sentido que trabaja en pos y en contra de la unidad de sentido que le sigue. El encabalgamiento funciona, en este caso, para la destitución del sentido construido. Pensemos que, el lenguaje, en este caso funciona como una democracia: todos los sentidos son estables hasta que se los batalla, y sólo entonces, serán relativamente estables.

Este gesto de destrucción de la linealidad del sentido como sintagma, es abandonado. Desde el verso como unidad, o mejor dicho, el verso como más que una unidad, hasta la deflagración del sistema de puntuación. Este gesto, representa alguna de las sutiles formas de la muerte. Ni el encabalgamiento lírico, ni el encabalgamiento objetivista: un híbrido.

Otro poema de Mil brillos apagados

quiero recordar esto así. sin saber
hasta dónde vamos a llegar. sin saber
exactamente dónde está la gracia.
guardamos lealtad a una emoción,
a todo aquello que perdimos. recortes
en hojas de papel que un día deberán
ser ordenados hasta que se divisen
las últimas poblaciones o cómo se iba
alejando el sol poniente. repetido es:
el tiempo no se detuvo. mil brillos
apagados, no se detuvo.

Un poema se construye

En general, a partir de una emoción, un suceso, una idea que, a la vez, responde a una inquietud que se encuentra por fuera del mundo. Es decir, el poema viene desde fuera del mundo para poner claridad sobre el mundo. En este poema de Cisnero, se deja ver un fluir de la conciencia que con un encabalgamiento perfecto dobla el sentido de cada línea. El fluir de la conciencia no siempre debe pensarse como “la libre asociación”, al menos no de forma peyorativa. Porque en este poema el escalonamiento de ideas responde a una unicidad criteriosa y meticulosa. Tanto es así que, por igual, inicio y final responden a expresiones taxativas por afirmación o negación.

Cisnero construye un altar desde la poesía. La invitación dramática que implica el reclute de la identidad. Mil brillos apagados es un poemario que levanta su adarga en pos de recrear la forma en que se vinculan los tiempos a lo largo de una obra. Es este un libro que retrata los 2000’, sí. Es cierto. Sin embargo, también es un libro que, de alguna u otra forma, sin pretensiones ni abusos, devela algo de lo que corre por el aire en estos tiempos de liberalismo adolescente y destructivo.

Un poema de Mil Brillos Apagados

Fue como si alguien doblase,
universalmente ajeno, con diléi,
tu nombre por las cuatro bocacalles,
no sólo, su color sino también el pus,
la sangre, un primer golpe de tierra.
Nos conocemos y nos equivocamos,
bienvenida al clan.

“Mil brillos apagados de Alberto Cisnero, en definitiva es un libro que retoma un lenguaje universal”

Mil brillos apagados de Alberto Cisnero es un libro que retoma un lenguaje universal, aquel con que se hicieron los grandes versos del mundo. Retoma un lenguaje que es capaz de recorrer todos los tiempos con los que se hace una nación. En Mil brillos apagados, como bien decía Freidemberg, algo vive.

En Mil brillos apagados, algo vive sobre lo que muere. La nostalgia, la violencia, el amor, son excusas para la búsqueda de un sentimiento que está por fuera del mundo, pero que viene a tranquilizar a nuestro agitado “yo” poético. Será por eso, y por otras aventuras también, que desde Espías Rusos invitamos a la lectura de este libro.

Para conocer más sobre Alberto Cisnero

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